El dado del arte de amar cristiano

 

El verdadero arte de amar brota del Evangelio. El maestro del amor auténtico es Jesucristo, con todos sus gestos, palabras y modo de actuar. Jesucristo nos enseña el amor del Cielo, el amor de los bienaventurados, el amor que nos hace felices. Ponerlo en práctica es el primer paso para desencadenar una revolución pacífica que lo cambia todo… Es un arte con fuertes exigencias: amar a todos sin distinción; dar el primer paso sin esperar a ser amados; considerar al otro como a uno mismo; amar de modo concreto «haciéndose uno» con los demás; ver a Jesús en cada persona… Cuando es vivido por varias personas, trae el amor recíproco: la perla del Evangelio, el mandamiento nuevo de Cristo, que construye la unidad.

Este amor que se pone en acto, es un don de Dios, es exigente para nuestra actitud y nuestra voluntad, lo que importa en este amor es amar. Este amor no es mera filantropía, no es mero sentimiento. Es una dinámica preciosa, porque nos da una auténtica orientación en el día.

Cada pocos días, propondremos una cara de este dado para vivir, para ponerlo en práctica juntos. Lo más bonito sería hacer la experiencia y compartirla. Y así veremos el milagro del amor de Cristo, sus maravillosas obras en medio de nosotros.

Sin dudarlo, es el mejor instrumento para crecer y educarnos en familia y como familias.

DESCARGAR LAS INSTRUCCIONES DE MONTAJE DEL DADO.

 

 

SER EL PRIMERO EN AMAR

Hoy hemos tirado el dado y nos ha salido... SER EL PRIMERO EN AMAR. ¡Qué importante es este amor! Jesús no esperó a que le amáramos, él fue el primero en amarnos. Jesús fue el primero en hacerse hombre y acoger nuestra piel para tomar de nosotros nuestra debilidad y nuestra muerte, para intercambiarlos por su fuerza e inmortalidad. Ese intercambio no fue fácil: ya sabes le llevó a la pasión y a la cruz. Los que hoy en casa quieran hacer más felices a los demás, pueden poner en práctica este modo de amar: siendo los primeros. Los primeros en servir, en saber callar, en obedecer, en responder, en ayudar, en poner la mesa, en sonreir, en perdonar, en pedir perdón... Si eres el primero en amar te conviertes en un héroe cotidiano, en el primero en dar un paso frente al peligro o la dificultad. Ser el primero en amar te convierte en esa persona que todo el mundo quiere tener cerca porque todo lo haces fácil, se puede contar contigo, te conviertes en un bálsamo para los demás y todos sienten paz a tu lado. ¡Qué grandes son que dan el primer paso sin esperan que otros lo den! Por eso, buena gimnasia del amor: hoy los primeros en amar.

 

AMAR A TODOS

¡Esta forma de amar es una verdadera revolución! Nos hemos dado cuenta cuando hemos salido a la ventana a aplaudir, lo importante que es contar con todos. Nos alienta, nos llena de esperanza. ¿Podemos amar a todos? Nuestro corazón está hecho para abrirse a todos, nuestro corazón puede dilatarse cada día. No significa que tengamos que amar a todos con la misma intensidad, a nivel del sentimiento es claro. Este modo de amar de Cristo es posible cuando, con la gracia del Espíritu Santo, no pones barreras o frenos, sino una actitud de acogida y disponibilidad ante cualquier persona que esté a tu lado. El amor a todos no discrimina, no amo porque es beneficioso para mí, agradable, me cae bien… El amor a todos, ama al alto y al bajo, al guapo y al feo, al de otra religión o al de la mía propia, a mi compatriota como al extranjero, a mi vecino y a mi compañero de trabajo. Así hace nuestro Padre que hace llover sobre justos e injustos y hace salir el sol sobre todos, buenos o malos. Cuando un corazón está dispuesto a amar a todos se convierte en una luz potentísima que es capaz de cambiarlo todo.

 

AMAR A JESÚS EN EL OTRO

Esta es la razón de fondo para poder “amar a todos” o “ser el primero en amar”. La caridad es el amor de Jesús por nosotros. Actuar con caridad, es actuar como Jesús - y a su vez- actuar por Jesús. ¿Por qué perdonar a una persona que me ofende? Porque Jesús me perdona a mí. ¿Por qué volver a empezar y no tirar la toalla? Porque Jesús nunca ha tirado la toalla por mí. ¿Por qué volver a dar la vida y sacrificarse? Porque Jesús ha dado su vida por mí. Perdonar, volver a empezar, dar la vida… es una manera de manifestarle a Jesús nuestro amor por él. Pero Jesús nos dice algo más: “lo que habéis hecho a estos pequeños hermanos a mí me lo hicisteis” (cf. Mt 25). Por eso, cuando haces esa llamada, das esa comida a los pobres, cobijas al desamparado, acompañas a un vecino o hablas bien a un extraño,… puedes pensar: “en esta persona estás tú Jesús. ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Qué necesitas?” Y tu modo de amar en esas pequeñas cosas se convierten entonces en un modo de amar especial, el modo de amar más perfecto.

 

AMAOS UNOS A OTROS

Esta es la plenitud del amor del Cielo. Esta es la perfección del amor. Cuando yo amo a una persona y me siento correspondido, mi corazón hace fiesta. Amarnos unos a otros es el mandamiento de Jesús que dio en la última cena con los apóstoles. Esta es la cumbre de los 10 mandamientos del Antiguo Testamento. Amarnos unos a otros es lo que haría de la tierra un trocito de Paraíso. De hecho, ésta será la vida del más allá con Dios. Todos seremos uno como la Trinidad porque nos amaremos de verdad unos a otros. Pero, ¿cómo se establece este amor recíproco? Lo primero, con la acogida de los dones que los demás me ofrecen y estar rápidos en encontrarnos con aquellos que hemos perdido los vínculos. Es siempre necesario responder al amor de los demás con acogida y agradecimiento. La reciprocidad no es devolver al otro algo semejante a lo que me ha dado, sino acogerle su don con gran agradecimiento. La reciprocidad es activa cuando das el paso de ser el primero en amar: hacer esa llamada que hace tiempo no haces, felicitar el cumpleaños a aquella persona con la que no te ves, ofrecer tu ayuda antes de que te lo puedan pedir… Amarnos unos a otros es hacer circular los bienes y capacidades que Dios ha sembrado en cada uno.

 

Copyright © 2023 Parroquia Virgen de los Llanos. Creado por Webs Católicas.